El VIH se multiplica, después de la fase aguda primaria de la infección (transmisión), en los órganos linfoides, provocando una reducción de la producción de linfocitos CD4, lo que abre la puerta al desarrollo de las infecciones oportunistas por bacterias, hongos y virus.
A esta infección primaria se le denomina “seroconversión” y se puede acompañar de una serie de síntomas inespecíficos, parecidos a los de la gripe. Esta es la etapa de mayor transmisión por la gran cantidad de virus que hay presente, puesto que no se ha desarrollado por completo la respuesta inmunológica.
Hemos de decir, que no todos los infectados padecen estos síntomas.
El tiempo desde la infección inicial por el virus hasta la aparición del SIDA es variable y se denomina “periodo de latencia”.
Algunos pacientes desarrollan algún síntoma de enfermedad muy pocos meses después de haber sido infectados, mientras que otros/as se mantienen asintomáticos hasta pasados 20 años.
El tiempo promedio entre la infección inicial y el desarrollo del SIDA varía entre ocho y diez años en ausencia de tratamiento.